En 2025, las legumbres —como garbanzos, lentejas y guisantes— han pasado de ser un simple complemento en el plato a ocupar un lugar central en numerosas dietas a nivel global. Su auge se debe no solo a su bajo costo y sostenibilidad, sino también a su notable impacto positivo en la salud mental y emocional. Se ha resaltado su contenido en triptófano, aminoácido esencial para la producción de serotonina, clave en el bienestar emocional, el sueño y el apetito. Cuando se combinan con carbohidratos complejos, como arroz integral o pan de grano entero, aumentan su absorción y potencian sus beneficios.
Las legumbres encajan a la perfección en la creciente demanda de alimentos funcionales: aquellos que ofrecen beneficios más allá de la nutrición básica, como la salud intestinal, cognitiva o cardiovascular . Además, son una fuente rica en fibra (11–25 %), micronutrientes como hierro.
Las legumbres representan una opción con baja huella de carbono, requieren menos recursos que las proteínas animales y promueven prácticas agrícolas regenerativas —como la fijación de nitrógeno y la mejora de la fertilidad del suelo—, siendo fundamentales para dietas sostenibles y diversificadas .
Organismos como el USDA en Estados Unidos están promoviendo un incremento notable del consumo de legumbres, recomendando al menos 2.5 tazas semanales de frijoles y lentejas como alternativa a carnes rojas y procesadas, subrayando su accesibilidad, alto contenido nutricional y capacidad de cubrir proteínas sin grasas saturadas.
En Navarra (España), el grupo alimentario The Real Green Food, especializado en legumbres, verduras y champiñones, está liderando con fuerza esta tendencia: en 2024 alcanzó 85 millones de euros en facturación, crece un 23 % y apuesta por la producción local sostenible, marcando nuevas tendencias frente a la comida ultraprocesada.
Un artículo reciente de The Guardian celebra el poder de las legumbres.
La sostenibilidad, la tecnología (IA, trazabilidad), la personalización y los alimentos plant-based están transformando la industria .
Se prioriza la transparencia en ingredientes, menos procesados y etiquetas claras, junto con envases sostenibles.
Crece la demanda por alimentos auténticos, locales, nutritivos y con conexión emocional y sensorial.